¿Qué es este sentimiento de añoranza que me invade? Es decir, ¿qué es aquello que mi ser tanto implora?, no lo se. Quizás un momento de debilidad del corazón, o mejor dicho de fortaleza y sublevación por estar tanto tiempo sometido a la cordura de mi cabeza, la cual en un grado de autoritarismo no le permitió por tanto tiempo expresarse, comunicarse, liberarse. ¿Y quién la podría juzgar? si no buscaba más que proteger a aquel órgano tan golpeado por la vida, fuerte y vulnerable a la vez, que bombea recuerdos en lugar de sangre, recuerdos lindos y recuerdos terribles.
La dulce y taciturna melodía de un piano me recuerda cosas que ya no recuerdo, y mi alma se desprende de mi cuerpo buscando alzar vuelo allá tan arriba en donde no existe nada más que cielo abierto, para volar libremente sin ataduras físicas que me mantengan prisionero de una coraza muy dura que nada más oculta un interior muy blando. Y cada nota es un cuchillo y a la vez suave pluma que acaricia.
Sin embargo, todo tiene un fin, y la melodía también, y al dejar de sonar va cerrando aquellas cicatrices que se habían abierto tan solo unos momentos. Y el sueño me invade, y mi alma regresa casi bruscamente. Y mi corazón se recubre nuevamente con capas y espinas, y mi mente toma control una vez más para recordarme que mañana será otro día, que quizás sea gris también, pero que será distinta a la noche porque de todas formas el sol alumbra. Y lentamente voy cerrando mis ojos... mañana será otro día... será otro día...