lunes, 17 de abril de 2017

Intensamente


Intenso me llaman aquellas personas que viven el día a día sintiendo cosas regulares y explorando el mundo de una manera básica.

Apasionado me digo a mi mismo que vivo el día a día sintiendo cosas fuertes y explorando el mundo de una manera "intensa".

Solo son mis ganas de amar, solo es mi cansancio de tanto intentar, solo es mi miedo a tanto llorar, solo es mi deseo de tanto sentir.

La intensidad espanta, aterra a quienes se conducen con cobardía en un mundo plano sin los altibajos que hacen sentir a uno que está vivo.

La intensidad asusta a aquellas personas que no están dispuestas a experimentar algo fuerte que va más allá de la monotonía de sus aburridos sentimientos.

Necesito gritar y manejar rápido, sentir el peligro y llorar y reír en un mismo día, para sentirme vivo. Pero amar y ser amado no es más un deseo desde hace mucho tiempo porque quizás se perdió ya la esperanza.

A veces le doy pase a la ilusión pero es en vano, la velocidad con la que se forja es la misma con la que desaparece, muere con la sinceridad de quién pone las cosas en claro, y decepciona y duele,  porque al fin no es más que otro intento frustrado.

Sin embargo, aquí sigo, viviendo el día a día a mil por hora, sintiendo cada segundo, riendo, llorando, gritando, enojándome, estresándome, relajándome, expresándome y sobre todo... ¡cantando!

Porque estoy vivo y quiero sentirme así, porque esta intensidad en mis emociones tan solo es esta maldita genial sensibilidad que me hace contemplar al mundo de una manera diferente, "intensamente" con todos mis sentidos.

Intensamente así de intenso, así de real, así de... ¡vivo!