jueves, 14 de agosto de 2014

Anoche soñé contigo


Anoche soñé contigo y desperté con un sinsabor en mi alma... con un vacío en mi corazón.

Anoche soñé contigo y mil recuerdos regresaron al despertar, momentos que se clavaron en mi corazón por los casi setecientos veinte días que entre penas y alegrías, discusiones y pasión, nuestras risas y  tonterías, resaltaba por sobre todo un inmenso amor. Era feliz, fui feliz y se acabó. 

Anoche soñé contigo y vi como una vez más saltaste al mar huyendo hacia aquella isla desierta en la que crees encontrarás tu tranquilidad, dejándome solo para seguir navegando por sobre las olas salvajes en una tempestad bárbara hacia un rumbo que creía fijo y que, sin embargo, cambió en el preciso instante en que decidiste bajarte de este barco en el que juntos lograríamos llegar a nuestro destino, hacia un futuro incierto pero juntos, acompañados para continuar con este amor que se cultivó a lo largo de los años y que nunca pudo cosecharse porque se abandonó. 

Anoche soñé contigo y vi cómo el amor ciega y cómo hace que uno perdone errores una, dos, o hasta siete veces tontamente, hace que uno acepte defectos y tolere cosas que en un estado plenamente racional no podría soportar. Y recordé cuántas noches lloré de inseguridad, cuántas veces te subiste y bajaste de aquel barco, cuántas veces prometiste y no cumpliste, cuántas veces te dejaste vencer y... huiste.

Anoche soñé contigo y no lloré, pero te extrañé, sentí cuánta falta me hacen tus gestos, cuánta falta tus atenciones, cuánta falta tus besos, cuánta falta tus abrazos, cuánta falta tus llamadas, cuánta falta tu voz, cuánta falta tú.

Anoche soñé contigo y te comparé con mil personas, en distintas situaciones y momentos y me di cuenta que sigues siendo mi perfecta imperfección, porque eso es lo que eres y siempre fuiste... un ser imperfecto con mucha belleza en el interior y en el exterior, divinidad terrenal insoportable y predecible, pero con sencillez, mucha inocencia y demasiada bondad.

Anoche soñé contigo y por un segundo disfruté en mi mente los momentos de intensa pasión, el despliegue sensual en el que dos cuerpos quemaban al punto de ebullición en una danza sincronizada en casi perfecta armonía y complementación. Y el frío cruel de este invierno me trajo de vuelta a las heladas sábanas que comparto con mi siempre fiel soledad. Y miré a un lado y no estabas, y miré en mi corazón y te encontré, y te se sentí, te siento y te sentiré. 

Anoche soñé contigo y recordé cuan lejos estabas, y vi cómo el tiempo y la distancia no separa físicamente a dos corazones atormentados, pero comprendí que si separa a dos mentes atormentadas que cambian sus prioridades para continuar libres con sus vidas, y así te perdí... y así me perdiste... y así continué... y así continuo día a día recogiendo mis pedazos, re inventándome otra vez. Poniendo escudos y corazas para cubrir las partes vulnerables y vulneradas, y echando cremas sobre las cicatrices para atenuarlas, esperando que algún día desaparezcan finalmente.

Anoche soñé contigo y fracasé... porque no te olvidé...