martes, 23 de septiembre de 2014

"No eres tú, soy yo"


Hay veces en el que un “no eres tú, soy yo” en realidad no siempre es una tonta y falsa excusa. Siempre escuchamos esta frase con recelo, mirando mal a quien la usa y creyendo lo peor… cuando de pronto… es uno mismo quien la usa.

Y de repente, ya no te parece una salida tan absurda, comprendes que es necesaria y que tiene mucho sentido. Muchas veces es solo el momento incorrecto, o las diferentes personalidades que buscan seguir caminos distintos, buscan encontrar quien llene el espacio de una manera opuesta, en circunstancias en las que probar y errar trae más errores de los que uno podría esperar, y estos se dan no porque quien supuestamente erró está mal y tiene que reinventarse en una nueva persona, sino más bien porque probó en el alma equivocada, un alma perturbada por la sombra de su pasado, que busca más una vía de escape antes que sentir sobreprotección y condescendencia.

Y luego te preocupa sentirte odiado u odiada, ya que quien usa esa frase podrá quedar como el malo o la mala de la película, sin embargo, no es culpa de nadie si a veces las cosas no suceden como se espera. Es preferible hablar y decir cómo van las cosas antes de que el tiempo encapriche más a uno de los corazones y este termine por romperse en mil pedazos.

Es difícil decir esa frase, sobre todo cuando consideras que la otra persona tiene mil cualidades, es alguien que vale oro, y cuya dedicación y persistencia hace que uno mismo se sienta halagado, pero cuando ambos no están en sincronía, cuando uno de ellos tiene aún heridas que cicatrizar, es mejor andar con mucha cautela y procurar que ellas sanen de por sí solas, con paciencia, a paso lento… muy lento.


No hay que desanimarse, perder la ilusión puede doler, pero vivir en la equivocación  luego genera odio y resentimiento,  y a veces es preferible antes que eso… escuchar por lo menos un sincero “¡lo siento!”.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Un adiós difícil... muy difícil!


Es difícil decir adiós. Es difícil cerrar ese capítulo del libro que creíste tendría muchas sagas y un final feliz como aquel del que hablan falsamente los cuentos de hadas.  Tan difícil como para superar en poco más de dos meses todos esos años que compartiste en momentos de felicidad, aquel tiempo en el que a pesar de las discusiones y los días grises tu alma estaba contenta y satisfecha.

Pero tu mente puede ayudarte a seguir adelante, incluso cegarte creyendo que porque ese alguien ya no está presente en tu vida has dejado de sentir su presencia en tu interior, y sin embargo, tu corazón traicionero decide hacerse presente un día para recordarte que aún hay heridas por cicatrizar y lágrimas no lloradas por derramar.

De repente por obra del destino o de tu subconsciente bien consciente indagan en tu pasado trayendo a tu "nueva" vida recuerdos plasmados en fotos y anécdotas, en objetos o canciones. Y te das cuenta y te asusta creer que el corazón no es tan fuerte como tu mente, y flaqueas... y de pronto te invade la incertidumbre de saber si es aún amor o tan solo algo de dramática melancolía, aquella que a veces se cuela por tu ventana al observar la negra oscuridad del cielo una noche cualquiera como esta.

¿Es que acaso hoy hay luna llena? ¿Acaso puedo culparla a ella? ¿Y por qué buscar excusas para justificar este sentimiento de desolación? ¿Para qué buscar ocultar esta nostalgia que me trae el pensar una y otra vez en la falta que me hace?

Y de nuevo caigo en esta desesperanza de soledad nocturna mientras abrazo a mi almohada, y mil ideas fluyen en mi cabeza, todas parecen coherentes cuando se habla con la mente, pero son falsas para el corazón, y así es un error comparar su sonrisa con otras diez mil sonrisas, buscar virtudes en otras personas para recordarte sus más grandes defectos, y tener motivos para así sentirte menos culpable por todo lo que te está sucediendo.

Que difícil fue decir adiós cuando dos corazones aún se querían lo suficiente como para seguir soñando juntos, sin embargo los sueños se esfumaron, algo falló, es irónico a la vez, quizás estuve equivocado... no era amor suficiente para continuar soñando unidos. Que difícil es decir adiós y aunque ya fue dicho, el verdadero adiós se dirá el día en el que volverse a ver no duela. Pero aún es difícil... muy difícil.