domingo, 16 de octubre de 2011

Cuando se grita en silencio (Entrada I)




¿Dónde se inicia una historia de amor?, ¿quién podría responderlo?, a veces creo que el amor es tan personal que cada uno lo vive de manera diferente, y muchas personas podrían tener distintos puntos de partida para el comienzo de cada una de sus  propias historias; por ejemplo,  personalmente creo que una historia de amor comienza con la inocencia de un inseguro corazón confundido en sus sentimientos y maravillado con fantasías e ilusiones que le hacen creer que  siendo aún tan joven, es posible que lo conozca ya todo. Talvez haya empezado antes, quizás no haya empezado aún, sólo se con certeza que cuando el final de una historia duele, cabe la pequeña posibilidad de que se haya estado plenamente enamorado.

Amores a lo largo de nuestras vidas vienen y van como olas del mar en un día soleado, nublado si son tristes recuerdos,  quizás inquietantes o desbordantes en sensualidad si son aventuras placenteras; pero salvajes, suaves, peligrosas, relajantes, las olas presentan una variedad infinita de sensaciones, emociones, alegrías y tristezas que uno guarda en algún rincón especial de su rojo corazón. Y quien pudiera decir: ¡sólo uno! ¡No conocí más de un sólo amor!, y si pudiera ese alguien, pues dichoso él o ella por no haber padecido mil y una decepciones y tristezas en su vida, en aquellos tiempos cuando sus lamentos eran alegrías. Y es que de recuerdos vivimos nuestras vidas, y es que de recuerdos construyo yo la mía, por que de toda la pasión,  de toda la dicha, de todo el dolor que hubo dentro se formaron historias verdaderas cargadas de nostalgia, llenas de emoción, acompañadas de canciones, memorias inolvidables de cada amante que en mi vida pasaron a ser personajes célebres de cada uno de mis cuentos.

¿Quién podría saber y decirme entonces a qué edad empieza? Pareciese ser cierto entonces la idea de que para el amor no hay edad. 

Y me veo ahí  con poco más de cinco años cortando flores del jardín para llevárselas no a uno, sino a dos ángeles que con algunos muchos años de más los recibían sin objeción alguna cuando frente a sus puertas me presentaba con el gesto más sincero y más tierno que una criatura de aquella edad pudiera hacer; no existía la vergüenza en todo lo que hacía, no se si era amor, si apreciación de la belleza de aquellas musas, ¿qué se yo? y aún no lo se,  pero sucedía sin lograr tan sólo entender la inocencia de mis actos y sin saber realmente que del amor distaba no sólo años sino también experiencias, sensaciones y mil cosas nuevas que en algún determinado momento fueron descubiertas.

Y quién no daría todo por retroceder el tiempo, quién pudiera inventar un reloj mágico que con tan sólo el girar de sus manecillas en sentido contrario le reste mil años de condena a mi cuerpo y me transporte a aquellos días en donde sólo importaba comer, jugar, reír, y dormir para  vivir la vida completamente. No había preocupaciones, no tenía deudas, no habría que subsistir en estos tiempos, no sabía lo que depresión significaba, no conocía la palabra amor, o al menos no lo sentía ahí adentro;  pero no, ni el tiempo dará marcha atrás ni el mundo se detendrá para calmar mis angustias, pero las penas pasan, las heridas se curan, las cicatrices se hacen fuertes y el corazón continua latiendo.

De la novela Cuando se grita en silencio de Giancarlo Trigoso (Págs. 09 -11)

1 comentario:

  1. Las heridas se curan en silencio, o buscan la manera de desaparecer, es difícil escribir sobre lo que uno siente, sobre uno mismo, ver y leer que alguien lo hace con facilidad "duele", pero en el buen sentido... pues el leerlo te libera.....
    Así de simple no es fácil desafiarse y quedarse sin escudos, "nada que ocultar", "nada que se deba esconder", y eso en un escritor es maravilloso, es un don apreciable, antojado y liberador.... espero que siga usted escribiendo como lo hace....

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